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Adiós Maxi-Max

Estás aquí: Inicio / Opinión / Adiós Maxi-Max

12/01/2020 //  by pedalesyzapatillas//  10 Comments

Un Bulldog Francés podría compararse con una Harley Davidson; son ruidosos, baja velocidad punta, consumen mucho, se recalientan rápido y pese a todo ello, enamoran nada más verlos.

El pasado 8 de diciembre de 2019, día de la Inmaculada Concepción, nuestra Bulldog Francés Maxi-Max no pudo seguir luchando más y se tuvo que rendir, dejando en nuestras vidas un hueco terrible e imposible de llenar.

En todos los aspectos, su vida ha sido increíble y las lecciones que hemos aprendido con ella han sido importantes, por lo que hemos decidido honrar su memoria contando su historia.

Así llegó a nuestras vidas

La raza en concreto siempre nos había enamorado, pero acabábamos de meternos en una hipoteca, el trabajo era incierto y el precio de un Bulldog Francés rondaba los 1000€, algo inalcanzable para nosotros en aquel momento.

No hacía una semana que había salido de una complicada operación de menisco cuando recibí una llamada de mis padres: «Tenemos unos amigos que crían Bulldog Francés, han tenido unos problemas con el registro de los cachorros y os regalan uno».

Primer día en casa

Ese mismo fin de semana cogimos el coche, las muletas y nos acercamos hasta el pueblo de Cantabria donde estaban las camadas.

La pareja que se encargaba de la cría de los Bulldog Franceses, a finales de junio de 2007, tuvieron dos camadas casi consecutivas con la mala suerte de que una de las madres muriera a consecuencia de un vuelco de estómago.

Debido al caos producido por la situación, se despistaron y uno de los cachorros no lo inscribieron en el registro de pedigree y de esa manera, el 13 de octubre de 2007 nos volvimos a casa con una bolita negra con dos enormes orejotas.

El friki nombre

Mucha gente nos ha preguntado el origen del nombre de Max, sobre todo siendo hembra. La respuesta es fácil y con poco misterio; somos una pareja bastante friki de las series de ciencia ficción y por aquel entonces estábamos enganchados a «Dark Angel», una serie cuya protagonista se llamaba Max, así que no le dimos más vueltas y Max sería el nombre de nuestro «Ángel Negro».

Con el tiempo el nombre se amplio al de «Maximiliana Clementina», degenerando hasta nombres del tipo Pintxo, Chuni, Chuna, Piruna, Piruca, Pintxu-Pí, Maxi-Pú y finalmente Maxi-Max,…vamos, que sólo la llamábamos por su nombre cuando le dábamos una orden.

Y con ella llegó la revolución

Por aquel entonces vivíamos en un pequeño duplex de decoración moderna minimalista, bastante «cuqui», pero cuando entramos por la puerta con Maxi-Max y lo primero que hizo fue mearse en el hall…supimos que nuestra casa nunca volvería a ser la misma.

El síndrome ese de echar de menos la manada, Maxi-Max no lo tuvo. Enseguida bebió del cuenco que le habíamos preprado, devoró la comida del plato y se acomodó en la cuna que le habíamos situado en la cocina.

Esperábamos una noche algo movida, por el tema de lloros y demás, pero no habíamos terminado de cenar y ya nos estaba deleitando con sus sonoros ronquidos.

Una importante elección: El veterinario

Una importante elección a la hora de coger un perro es elegir la clínica veterinaria y los puntos que nosotros valoramos cuando estudiamos todas las opciones de Vitoria-Gasteiz fueron los siguientes:

  • Fácil acceso y cercanía
  • Facilidad de aparcamiento
  • Instalaciones completas, incluidas urgencias y quirófano
  • Experiencia
  • Buen nombre

Después de mucho valorar, la elegida fue la familia de la Clínica Veterinaria Salburua, quienes nos acompañarían en los doce años y medio de aventura que ha supuesto la vida con Maxi-Max hasta el final.

En la clínica veterinaria le abrieron el historial a Max, la examinaron, le colocaron el chip, las vacunas correspondientes y a partir de ese momento, ya estaba lista para conocer a otros perrucos.

Aprendiendo a convivir con un Bulldog Francés

Quien no conozca la raza desconocerá que el Bulldog Francés es muchísimo más activo y juguetón de lo que pueda parecer y os recuerdo que por aquel entonces, yo todavía andaba con muletas, pero con Maxi-Max las pude dejar en muy poco tiempo.

No hay palo que se le resista

Un cachorro que está aprendiendo debe salir bastantes veces a la calle, por lo que gracias a ella, lo que se veía como una rehabilitación larga y dura, se aceleró drásticamente, hasta el punto de solicitar el alta voluntaria.

En poco tiempo establecimos un vínculo muy fuerte, ya que se trata de una raza con un gran apego hacia los dueños y, reconozcámoslo, esas bolitas locuelas te roban el corazón.

Todo el día leyendo sobre cuidados del cachorro, la raza, educación, investigando y a base del típico ensayo-error fuimos avanzando en la dirección correcta.

En muy poco tiempo aprendió a utilizar los empapadores para hacer pis y en un par de semanas, ya no eran ni necesarios. Con 4 meses no hacía nada en casa. Eso sí, si bebía y comía había que sacarla, aunque ella misma ya te lo pedía.

¡Al colegio perruno!

Llevábamos poco tiempo viviendo en ese pueblo y no conocíamos a casi nadie pero oiga, no hay nada como echarse un perro gracioso para hacer un montón de amigos y amigas.

Entre esa gente que conocimos, se econtraban los miembros de la Asociación Canina Bustantxoak (sí, sé que es Buztantxoak, con z en lugar de s, pero el que registró el nombre no sabía euskera y así se quedó…jaja), quienes nos hablaron de lo que hacían y nos unimos a esa familia.

En ese periodo hicimos cantidad de cosas, entre ellas trabajar con varios adiestradores caninos, siendo la que hicimos con Iñaki Marquínez, del Centro de Adiestramiento Canino Txapeldun la que más nos gustó de todas.

Con Iñaki y sus adiestradores aprendimos a interactuar correctamente con los perros, entender sus necesidades y a saber manejarnos en difetentes situaciones. De hecho, fue tan exitosa la formación que llegamos a colaborar en algunas de sus muestras de adiestramiento canino.

Aprendiendo a viajar de nuevo

Como casi todo el mundo, nosotros solíamos viajar de hotel o casa rural, pero cuando Maxi-Max llegó a nuestra vida fuimos conscientes de lo complicado que era hacerlo con un perrete, por muy adorable que fuera.

Viendo las dificultades de entrañaba viajar con un perro y sin ninguna intención de dejarla en una residencia canina, vendimos nuestra Volkswagen T4 y compramos una autocaravana.

Col de Grand Saint Bernard, Suiza

Sin mayor restricción que la propia normativa de circulación y gracias a esta nueva forma de viajar, la perrilla ha estado en Pirineos, Andorra, Noruega, Suiza, Escocia, Francia e Italia, lugares donde ha levantado pasiones y ha sido fotografiada por cientos de turistas japoneses.

Mientras escribo estas lineas me ha venido a la cabeza una divertida anécdota vivida cuando visitamos Pisa. Ibamos visitar la Toscana pero en previsión de altas temperaturas compramos un cochecito para perros, lo que nos permitía llevárnos a Maxi-Max con nosotros, sin dejarla con un calor extremo en la autocaravana y sin que tuviera que caminar por el ardiente suelo.

Subimos a la perrilla en el cochecito y con la mayor dignidad posible fuimos a pasear por la ciudad de la Torre Inclinada. Nos repetíamos una y otra vez que en Europa la gente está más concienciada con estas cosas, pero nos dimos cuenta de que no era así. La visita discurrió entre miradas de incredulidad por parte de los italianos y los flashes de los japoneses. Al menos los americanos nos entendían, algo que no sé hasta que punto es bueno.

Volvíamos a la autocaravana detrás de un enorme grupo de turistas japoneses, cuando al cochecito le empezó a chirriar una rueda. En cuanto se giró el primer «camara-adicto», nos vimos envueltos en una jauría de cámaras, flashes y gente diciendo «¡Ohhhhhhh!». Creo que si hubieramos pedido 10€ por foto, nos hubieramos forrado.

Esta escena, la de las fotos, no la del carrito, se volvió un constante en nuestros viajes con Max, sobre todo entre los japoneses. Siendo la más llamativa visitando los Alpes Suizos, cuando una turista japonesa nos pidió permiso para sacarse una foto con Max pero cuando le dejamos la correa para que saliera ella con nuestra estrella Holliwoodiense, se deshizo en «Arigato»-s.

El primer susto

Cualquier persona que decida compartir su vida con un Bulldog Francés, debe saber que es una raza bastante delicada, que requiere muchos cuidados y debe estar dispuesta a dárselos, tanto a nivel personal como económico.

Max aldeana
Lo que ha tenido que aguantar con nosotros…

Cuando adoptamos a Maxi-Max, al ser una perra de un pedigree bastante bueno pero no disponer del registro oficial, la llevamos a un concurso canino para un reconocimiento de raza y en caso de criar con ella, iniciar una linea de sangre, pero viendo los problemas que conlleva un parto en esta raza y que esta locuela nos había robado el corazón, decidimos no hacerle pasar por ese mal trago y pensamos en castrarla, evitando todos los inconvenientes del celo, que no eran pocos.

Habíamos cogido hora para operarla, pero la mañana del 17 de junio de 2011, vimos que le goteaba un liquido oscuro de la vulva y la perra estaba bastante rara. Fuimos rápidamente a la Clínica Veterinaria Salburua y resultó que una bacteria se le había instalado en el útero y le había ocasionado una Piometra o lo que es lo mismo, una tremenda infección que casi le ocasiona la muerte.

La vaciaron de urgencias y después de un delicado post operatorio, se recuperó.

Estrella de Youtube

Pasado el susto de la operación y conscientes de la fragilidad con la que la podíamos perder, comenzamos a generar bastantes documentos videográficos sobre ella, convirtiéndose en estrella indiscutible de los video-documentales de nuestra web Autocaravaneros Viajeros, al igual que de otros vídeos trending topic en Youtube: Bulldog Francés comiendo un Yogourt, Bulldog Francés VS Cangrejo, French Bulldog VS Ultra Paws Boots y Bebedero portatil para perros y gatos H2O to Go!

Paladar Blando y Narinas

Los Bulldogs Franceses tienen fama de perros de sofá, baguetes por naturaleza y con pocas ganas de hacer ejercicio, pero nada más lejos de la realidad. Son perros activos, explosivos, divertidos y a los que les gusta ir al monte a revolcarse como croquetas. El problema es que el que diseñó la raza sólo pensó en la parte estética, cosa muy de humanos, dejando a un lado las necesidades de un can. Las patas cortas y pequeñas tienen que soportar el gran peso del pecho y la cabeza, el morro chato impide su óptima respiración por lo que se ahoga más al hacer deporte, roncan como camioneros y eso obliga al corazón a funcionar más rápido y hacer más esfuerzo, lo que puede provocar problemas en el futuro. Y qué decir de la ausecia de cola, nos parecerá gracioso pero te das cuenta de que dificulta su comunicación con otros perros ya que es un elemento muy importante a la hora de socializar y comunicar su estado de ánimo e intenciones al estar con ellos. Pese a todos estos impedimentos, con Maxi-Max hemos realizado rutas bastante exigentes y ha hecho muchísimo deporte, por lo que siempre ha estado muy en forma, con una analítica perfecta, al igual que las pruebas de ecocardio que le hacíamos periodicamente en nuestra clínica veterinaria, pero de vez en cuando le daban unos «perrenquillos» raros al respirar ocasionados su morro chato.

El calor, su criptonita

Después de unas pruebas y barajar diferentes opciones, nuestra clínica veterinaria nos recomendó operarle del paladar blando y las narinas para mejorar su respiración, cosa bastante habitual en razas braquiocefálicas, es decir, de morro chato. Nos derivaron a la Clínica Veterinaria Indautxu, donde disponen de un laser y pueden operar con un mínimo inpacto en el animal.

No es lo mismo una operación tradicional, en la cual se corta, cose y cicatriza a una con láser en la cual, a la vez que se corta, el láser cauteriza, minimizando el sangrado, acelerenado el post operatorio y con ello el riesgo.

La operación por láser cuesta 4 veces más que la tradicional, pero ya os hemos dicho que con Maxi-Max no reparamos en gastos y allí que nos fuimos.

Que le den a Murphy Que le den a Murphy

La operación duró alrededor de una hora y sin ninguna otra indicación, más que unos calmantes para unos pocos días, nos fuimos para casa.

Mientras cenábamos casi se nos saltan las lágrimas de alegría al ver como olisqueaba y flipaba con la cantidad de olores que era capaz de recibir después de la operación.

Por si os sirve de referencia, esta operación la realizamos el 14 de agosto de 2015 y tuvo un coste de 820,10€, sin contar las pruebas preoperatorias, que sumaron otros 60€ aproximadamente. También os digo que no ha habido dinero mejor gastado.

¿Qué es ese bultito?

Los perros en general y los Bulldog Franceses en particular, son propensos a los tumores y Maxi-Max, evidentemente, no iba a ser diferente.

Los años iban pasando y con ello la aparición de verruguillas, lunares, marquitas…pero en la parte baja de la oreja derecha le salió un bultito sospechoso, resultando ser un tumor.

Le hicieron pruebas y al ver celulas no deseadas, hubo que operarla con todo lo que ello conlleva: extirpación del nódulo más una zona de seguridad de 3cm alrededor.

A la pobre pitxurrina tuvieron que quitarle 1/3 de su orejita para evitar que las células malignas se extendieran por el cuerpo.

Por suerte, Marisol Cuenca, nuestra veterinaria, es experta en operaciones de orejas y supo hacerle el corte de manera que, una vez quitados los puntos y cicatrizado le quedó bastante «apañado» el remiendo.

Y llegó Olivia

La vida media de un Bulldog Francés ronda los 9 – 10 años y Maxi-Max ya se estaba acercando a la decena.

La perrita juergas de antaño ya no se movía del sofá, no le apetecía dar largos paseos y los viajes en autocaravana no le hacían tanta gracia, por lo que cuando vimos el historial de Olivia en la página de Facebook de la asociación protectora de animales Apasos, la decidimos adoptar y así irnos preparando para el día en el que Max nos dejara.

Antes de adoptar a «Oli», estuvimos acudiendo a la perrera para pasear con ella, conocerla, que nos conociera y tambien, presentarle a Max. No la adoptamos hasta que no nos aseguramos de que no había ningún problema serio entre ambas perrillas.

De ruta por Urbasa

Pese a todas las pruebas de campo, la convivencia entre Max y Olivia, en un principio no fue fácil. Pensad que Olivia venía de una vida dura y llena de traumas, mientras que Maxi-Max había vivido como una reina colmada de todas las atenciones y con todas sus necesidades cubiertas.

Olivia tenía un marcado lenguaje canino, mientras que Max andaba bastante despistada, pero con algo de trabajo, mucha atención y sobre todo grandes dosis de paciencia, la relación entre ambas perras digamos que llegó a ser…tolerable. Nunca interactuaron mucho, la diferencia de edad tampoco ayudó, pero cada una encontró su espacio.

Pese a la faena que le hicimos a la pobre Maxi, le vino bastante bien ya que la espabiló bastante y la sacó del letargo en el que había caído. A Oli le benefició su presencia dándole la seguridad que necesitaba y un ejemplo a seguir.

Más vídeos de Youtube

Maxi-Max y Guoli-Guoli (degeneración del nombre de Olivia) eran realmente felices en el monte. Cuando íbamos a Opakua, las perras explotaban de alegría y fue allí donde iniciamos la serie de vídeos: Adiestramiento para Dummies:

  • La llamada
  • Soltar
  • Ganado suelto

¡Maxi-Max, se nos muere!

Maxi-Max llevaba un tiempo haciendo cosas algo raras, como por ejemplo quedarse mirando el horno o la pared durante largo tiempo, además de andar despistadilla y tener unos temblores en las patas traseras.

Max en Arrigorrista

En un principio lo achacamos a que andaba ya viejita, pero después de leer sobre los síntomas, acudimos rápidamente a la Clínica Veterinaria Salburua.

Le hicieron una serie de pruebas, todas perfectas, por lo que intuyeron que podía ser algo cerebral así que nos derivaron IMVA, el Instituto Medico Veterinario de álava, donde tienen una máquina de resonancia magnética.

El 21 de febrero de 2018, durmieron a Maxi-Max y después de hacerle la resonancia (525€), nos dieron el fatídico diagnóstico: «vuestra perra tiene un tumor cerebral en la hipófisis, ¿la despertamos o no?»

No sé si podéis llegar a imaginar el shock que recibimos en ese momento. Evidentemente le dijimos que la despertara inmediatamente y barajamos todas las posibilidades que teníamos para tratar el tema.

Después de contrastarlo con clínicas veterinarias especialistas en tumores cerebrales y al no existir la posibilidad de operar, las opciones que nos dieron fueron tres:

  • Radioterapia
  • Quimioterapia
  • Paliativo (corticoides)
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La opción de la radioterapia, además de un coste de 3000€, nos obligaba a desplazarnos a Córdoba durante 3 semanas en las cuales la debían dormir completamente y aplicar unas sesiones de radioterapia para tratar de destruir el tumor.

El dinero lo teníamos y las tres semanas, era cuestión de organización pero descartamos la opción porque teníamos claro que Maxi no iba a aguantar la tralla de una anestesia completa cada dos días y moriría en el proceso.

La Quimioterapia era una opción más económica y se trataban de unas pastillas, cuyo coste era de 90€ el blister pero debíamos tener muchísimo cuidado con las pastillas y sobre todo con las cacas que hiciera, ya que eran muy venenosas, hasta el punto de tenerlas que recoger con guantes de goma y desecharlas en un recipiente especial.

Esta opción también la descartamos por dos razones; la primera es que un Bulldog Francés es muy delicado del estómago, por lo que la iba a destrozar por dentro y la segunda es que teníamos a la locuela Guoli-Guoli y, garantizar que no iba a comer, tocar ni olisquear ninguna caca de Maxi era casi imposible.

Ninguna de las opciones anteriores aseguraban que el tumor iba a desaparecer o reducirse, era una decisión ciega.

Al final, al ser la menos agresiva, nos decidimos por la opción de los corticoides. Supuestamente la acción antiinflamatoria ralentizaría el crecimiento de un tumor que la iba a matarla en un máximo de 4 meses.

¡Lázaro, levántate y anda!

Al principio no éramos demasiado optimistas y cada noche nos despedíamos de nuestra Maxi-Max, pero lejos de morirse, la tía empezó a mejorar un montón.

https://www.youtube.com/watch?v=x1oGznpOx0M

Ya no se quedaba «pillada» frente al horno, recuperó la alegría y los largos paseos volvieron a nuestra rutina.

Los 4 meses que le habían dado de vida pasaron y cada día la perrilla andaba mejor, al igual que Guoli-Guoli. Pese a todo, en vacaciones decidimos no arriesgar y nos quedamos cerca de casa visitando los Pirineos.

Adiós Guoli-Guoli

La rutina fue dejando atrás el miedo a perder a Maxi-Max, nos habituamos a la medicación y dejamos de despedirnos de élla cada noche, pero el destino debió pensar que no éramos merecedores de tanta felicidad y el 6 de noviembre de 2018 nuestra Guoli-Guoli murió agónicamente por envenenamiento, expirando en mis manos.

No voy a extenderme más sobre este tema, ya que todavía no soy capaz de hablar sobre ello sin que se me salten las lágrimas, así que os dejo el enlace al artículo que le dedicamos a esa maravillosa perrilla:

  • Adiós Guoli-Guoli

Y ahora…el ojo

Nos costó bastante superar la traumática pérdida de la locuela Guoli-Guoli, pero el tiempo pasa y la rutina nos hizo seguir adelante.

El cono de la vergüenza

Max iba bastante estable hasta que un día le vimos una úlcera en el ojo. Ya había tenido algunas, todo gracias al gran diseñador de la raza que le pareció cuqui que estos perros tuvieran los ojos grandes y saltones, cosa que facilita el que se golpeen con todo y que al olisquear se claven cualquier rama puntiaguda. Incluso le tuvieron que coser el párpado en una ocasión porque no se le quitaba. En la Clínica Veterinaria Salburua le hicieron pruebas y nos dijeron que para que se le curase el cristalino debía estar cubierto, como la otra vez, por lo que teníamos dos opciones:

  • Coserle el tercer párpado
  • Ponerle una lentilla

Debido al tumor, Maxi no toleraba bien la anestesia y descartamos coserle el párpado de nuevo, así que probamos con la lentilla…pero no le duró ni dos días.

Uno de los principales problemas del tratamiento con corticoides de larga duración es la bajada de las defensas lo que abre las puertas a las bacterias e infecciones…y es lo que le ocurrió a Max.

La ulcerita se le cerró casi por completo pero se le formó una importante bola de pus en el ojo.

Le tratamos con antibiótico hasta que parecía que se le había curado, pero la infección se le pasó a la parte trasera del globo ocular lo que desencadenó el gran desastre. Un momento de estrés que sufrió cuando un Crestado Chino le tiró la boca en la sala de espera del veterinario, le hizo estresarse más y al entrar en la consulta y cerrar la puerta se quiso escapar y se golpeó el ojo con la puerta. Ese mismo día por la noche se le reventó el ojo, saliéndole gran parte de lo de dentro del ojo por la úlcera.

Después de dos semanas con un tratamiento intensivo de antibióticos para acabar con la infección acudimos al Centro Médico Veterinario de Portugalete (Bizkaia) Visualvet, una clínica especializada en oftalmología.

Con una anestesista especializada y una cirujana con una dilatada experiencia, a Maxi-Max le extirparon el ojo derecho el 12 de marzo de 2019 (703€).

La operación fue muy bien, le hicieron una reconstrucción muy correcta y, pese a tener los párpados cosidos, su fisionomía no se vió muy afectada.

El último viaje: Los Dolomitas

Maxi-Max era una perra extremadamente fuerte con una capacidad de recuperación asombrosa, por lo que se repuso muy rápidamente de la operación del ojo.

Al principio se daba golpes o incluso fallaba al saltar al sofá, pero en pocas semanas ya se había habituado a su nueva situación.

Después del proceso se había quedado bastante delgadita y para ayudarle en su recuperación además del pienso de calidad, de manera alternada, le añadimos a su dieta hamburguesa de ternera a la plancha, pavo y bonito en lata, cosas que devoraba con un ansia desmedida.

En unas pruebas que le hicimos durante la revisión veterinaria de mayo, detectaron que tenía la T4 (tiroides) un poco baja, así que al corticoides añadimos una nueva pastilla «Canitroid».

https://www.youtube.com/watch?v=EUSLEvIF0W4

Viendo que la perrilla andaba bien, en las vacaciones arriesgamos un poco más y pusimos rumbo a los Dolomitas, lugar que habíamos visitado hacía unos años en la autocaravana pero teníamos ganas de volver.

A diferencia de otros años, Maxi-Max no llevó demasiado bien tantas horas de autocaravana. Se hacía pís continuamente, tenía comportamientos raros y en general se le veía algo más agobiada de lo normal, así que con la excusa de que venía una semana de temporal, volvimos a casa antes de lo previsto.

¿Y ahora qué?

Después de verano Maxi-Max empezó a presentar nuevamente un comportamiento obsesivo, en el cual se dedicaba a dar vueltas a la casa sin parar. Caminaba hasta el punto de destrozarse las patas.

Siempre haciendo la croquetilla

Ese comportamiento de caminar obsesivamente se fue agravando, llegando al punto de que por las noches se levantaba y caminaba y gemía como una posesa, además de hacerse pís y caca por todos los lados.

Durante el día estaba durmiendo pero al llegar las 18:00 o 19:00, el circo comenzaba de nuevo.

Durante unas semanas sufrimos una verdadera tortura con la ausencia de sueño, ya que nos teníamos que levantar cada dos horas para limpiar un desastre de niveles insospechados.

Se hacía pís y caca, pero como no dejaba de caminar lo pisaba y extendía por toda la cocina, lugar al que la habíamos recluido durante las noches.

En ocasiones se hacía heridas en las patas y nos encontrábamos la cocina llena de huellas de sangre.

Durante este proceso, además del caminar descontrolado, Max sufrió algunas convulsiones muy fuertes, por lo que acudimos nuevamente a la Clínica Veterinaria Salburua y nos dijeron que era muy probable que todo fuera debido al crecimiento del tumor y a un inicio de demencia senil. Con este panorama nos plantearon la idea de «dormir» a Max.

Madera y Musgo. Decoración natural en madera.

Para nosotros la muerte es un acto desagradable, fisiológico e irreversible, al que siempre hay tiempo para recurrir. De hecho, si hubieramos hecho caso al veterinario que le hizo la resonancia magnética Maxi-Max llevaría muerta 19 meses, los cuales había vivido con mucha calidad.

Por otro lado, nunca habíamos visto en Maxi la voluntad de rendirse y además de un apetito voraz, presentaba muchas ganas de vivir, así que seguimos luchando por ella, además nos acercábamos a la fecha del aniversario de la muerte de Guoli-Guoli, el 6 de noviembre y no se si hubieramos soportado perder a las dos perrillas en la misma fecha.

Nos recetaron un anticonvulsivo, pero además de dejarla muy «plof», no evitaba que le siguieran dando ataques y nos recetaron otra marca que podría irle mejor «Pexion», además de un Valiúm 5 por las noches.

Entrábamos en el puente del 1 de noviembre y nos mentalizamos de que si con esto no mejoraba, haríamos lo que fuera mejor para Maxi-Max, aunque ello supusiera «dejarla marchar».

Empezamos con la medicación y la perra, además de no tener ninguna convulsión, dormía toda la noche como un reloj, dejó de caminar tan compulsivamente y recuperó un poco la energía que hacía tiempo que había vuelto a perder. Nos quedamos anonadados al verla intentar subir al sofá ella sóla, cosa que había dejado de hacer hace tiempo.

Montamos un circo…y nos crecen los enanos

Cuando las cosas parecían que se habían calmado, vimos que Max tenía sangre en la boca y resulta que tenía un bulto muy sospechoso en la boca, el cual se lo mordía al dormir.

Max y Raúl sobre un tronco
Siempre ha sido una perra cariñosa con todo el mundo

Le hicieron en la clínica veterniaria una exploración y el primer diagnóstico no era nada alentador: Melanoma maligno.

Para confirmar el diagnóstico había que hacer una biopsia y por lo tanto dormirla, algo que queríamos evitar a toda costa por la reacción tan fuerte que le hacía como consecuencia del tumor.

Probamos con un trozo que le salió de la boca, pero salvo una infección, no dio más datos, así que para saber que tipo de tumor era…no se iba a librar de la biopsia y la anestesia.

Nos encontramos en ese punto cuando Maxi-Max, el 5 de diciembre se levantó con la mandíbula exageradamente hinchada.

En la exploración se achacó a un melanoma altamente agresivo, pero también se barajó la opción de una infección derivada de mordérselo, así que una vez más quisimos agotar todas las opciones y pedimos que le pusieran un tratamiento antibiótico.

El inevitable final

El antibiótico hizo su trabajo y la inflamación se redujo dráticamente, llegando incluso a desaparecer dos días depués, pero también el tratamiento la debilitó muchísimo. Por culpa del tumor, Max había perdido mucho peso en pocos meses, se le notaban las costillas, las defensas las tenían muy débiles por la medicación y la infección fue demasiado.

El viernes 6 de diciembre Maxi dejó de comer, por lo que debíamos darle la medicación disuelta en una jeringuilla , el sábado 7…dejó de beber y el domingo 8 de diciembre:

– «Nagore, Max ha sufrido colapso. Creemos que es la hora»
– «Voy rápidamente para la clínica. Nos vemos ahí»

Según nos comentaron en la clínica veterinaria, los tumores le estaban consumiendo muchísimos recursos y por eso estaba tan delgadita, así que esa debilidad le llevó a que el domingo 8 de diciembre, la sangre dejara de llegar a muchos órganos para centrarse en ir al corazón.

La llevamos a la Clínica Veterinaria Salburua de urgencias, en un estado de debilidad total y, Nagore, además de Marisol, otra de las veterinarias que ha estado muy implicada en la vida de Max y que ese día estaba de guardia, nos dijo que no había mucho que hacer, que sería alargar lo inevitable, así que decidimos que era el momento de darle descanso a la pobre Maxi-Max.

Nos explicó el proceso, firmamos el consentimiento y procedió a la colocación de la vía.

Maxi-Max, ausente hasta ese momento recuperó un poco la conciencia y sin fuerzas ni para levantar la cabeza, nos miraba con el ojillo que le quedaba, preguntándose que es lo que estaba pasando. Debo dejar de escribir, porque se me caen las lágrimas y me nublan la vista…

La pobre estaba tan débil, que la anestesia previa al líquido eutanásico fue suficiente para que Maxi-Max se durmiera definitivamente.

Durante todo el proceso, al igual que durante toda su vida, estuvimos con ella, rascándole su orejilla y sujetando su pata…hasta que expiró.

Adiós Maxi-Max

No olvidaremos esos morritos

Para muchísima gente somos esos tarados que tratan a un perro como si fuera un hijo. Sinceramente, nos da igual lo que opinen sobre nosotros o nuestra sensibilidad. No pedimos que la gente lo entienda, simplemente que lo respeten.

Para nosotros Maxi-Max ha sido mucho más que una mascota, para nosotros es la responsable de que yo me repusiera en tiempo record de una operación, nos ayudó a socializar y hacer muchos amigos en un pueblo en el que éramos nuevos, nos sacaba de paseo todos los días, ayudándonos a liberar estrés, nos llevó a viajar en autocaravana, enseñándonos una nueva forma de vivir el mundo, alejándonos de las grandes urbes, dirigiéndonos hacia los grandes espacios naturales y regalándonos unas experiencias vitales impagables y en mí…generando una sensibilidad que creía perdida. Muchas gente no se lo creerá, pero desde que tenía 7 años sólamente he llorado dos veces…el 6 de noviembre de 2018 y el 8 de diciembre de 2019.

A diferencia de Olivia, que un hijo de la gran….decidió arrebatarle su vida prematuramente, Max ha vivido un ciclo de vida completo, pero eso no quita para que echemos en falta un ser que nos ha regalado tanto. Sabemos que el hueco que ha dejado en nuestros corazones y nuestra vida no seremos capaces de llenarlo jamás.

Epitacio Final

Maxi-Max ha sido una perra excepcional, que ha bebido del mismo Lago Ness, ha hecho pís en los glaciares del Círculo Polar Ártico y se ha revolcado en las verdes praderas alpinas de Suiza, enamorando a todo aquel que la ha conocido.

Siempre estarás en nuestros corazones.

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Categoría: OpiniónEtiqueta: Bulldog frances, Max, Maxi-Max

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Reader Interactions

Comentarios

  1. José Maria

    12/01/2020 at 11:15 pm

    Excepcional relato de un amor hacia un ser vivo,no importa los estereotipos de raza,género,persona,animal,etc,.
    Gracias por compartir esas vivencias.

    Responder
    • Silvia

      16/01/2020 at 9:54 am

      Bfffff, y yo también llorando… Maravilloso Raúl. Mucho ánimo…

      Responder
      • pedalesyzapatillas

        16/01/2020 at 7:48 pm

        Gracias Silvia, la verdad es que ha sido una perrita que nos aportó e hizo mejores personas desde que la conocimos hasta que decidió marcharse. Una perdida muy dura, después de la cual, estoy seguro que nunca volveremos a ser los mismos. Pese a que, cuando nos acordamos de ella todavía se nos escapa alguna lágrima, me aplico la frase que me dijo una de las personas más fuertes que conozco, mi prima Susana: «No estés triste por haberla perdido, sino feliz por haberla tenido».

        Responder
    • pedalesyzapatillas

      16/01/2020 at 7:46 pm

      Gracias Chema,
      Tu la conociste bien, así que sabes lo especial que era; era una perrita que derretía incluso al corazón más duro. Sin lugar a dudas, una entre un millón.

      Responder
  2. El equipo de Veterinaria Salburua

    17/01/2020 at 5:56 pm

    No hay mejores palabras que estas para definir a Max.
    Habéis demostrado todo el tiempo vuestro amor incondicional hacia ella y no nos extraña, la pequeña se hacia querer, y mucho.
    Nos habéis hecho llorar y reír con sus aventuras y desventuras.

    Desde Veterinaria Salburua queremos daros las gracias por confiar tanto en nosotras y por haber cuidado tan bien de Max y Oli.
    Un besazo enorme de todo el equipo.
    Marisol, Nagore, Raquel, Goiatz, Oiane, Janire y Lucia.
    Esperamos volver a veros pronto 🙂

    Responder
    • pedalesyzapatillas

      18/01/2020 at 2:25 pm

      Muchas gracias a todo el equipo de Veterinaria Salburua por habernos acompañado en esta aventura y vuestra implicación incondicional durante toda la vida de Oli y Max. La gente debe tener claro que cuando adquieres un perro, firmas un compromiso que durará lo que dure su vida y ello implica elegir bien la clínica veterinaria, ya que será un punto de inflexión que afectará al animal. La relación que hemos tenido o sentido con vosotras ha sido la de «un equipo», en el que hemos investigado, apostado y obrado con un único objetivo común: el bienestar de nuestras perrillas.
      No se si el destino volverá a hacer que nuestras vidas se crucen nuevamente con otro peludito, pero si es así, ya tenemos claro cual será nuestra clínica veterinaria de confianza. Un abrazo muy grande a todo el equipo!!

      Responder
    • Alba

      15/04/2023 at 8:24 pm

      he pasado por lo mismo con mi xsira, nuestro bulldog francés 14 años de vida y nos dio las mejores lecciones de vida que nadie nos pudo dar jamás. Tras un «ataquillo» que le dio trajimos a su hermano Narquito, una mezcla de american standford y pitbull decia en la cartilla… pero vamos que esto es una mezcla de presa canario con stanford jajaja.
      Este pillin le dio la vida a nuestra xsira y vivió 8 años más después del ataque. Ahora en la actualidad, después de un año que nuestra xsira cruzó el arcoiris, las casualidades de la vida nos puso delante una pequeña de 3 añitos igualita a ella y nada, que aquí estoy escribiendo esto con Narquito y Zoe aquí echados con nosotros igual que antes. Agradeciendo cada día a mi niña xsira que me haya mandado a esta clon suya justo en la fecha en la que ella se fue. Para mucha gente puede que seamos raros y locos por tener por así decirlo la «misma perrita» otra vez, pero quiero que la gente sepa que sabemos muy bien que cada una es diferente y que zoe hace que xsira siga de alguna forma presente aún. Para mi ha sido un regalo del cielo.

      Responder
      • pedalesyzapatillas

        20/04/2023 at 3:35 pm

        Esas segundas oportunidades no se dan muy a menudo, disfrutadla!

        Responder
  3. Vero

    17/07/2022 at 9:34 pm

    Gracias por explicar las vivencias de la mejor amiga que habéis tenido. Ahora estoy en la fase tumor cerebral con una Frenchie de 13 años. Yo también he optado por los corticoides y reducir las convulsiones. Por unos 19 meses como Maxi-max . Un abrazo família.

    Responder
    • pedalesyzapatillas

      21/07/2022 at 4:01 pm

      Mucho ánimo Vero y darte la enhorabuena, ya que un frenchie de esa edad significa que lo habéis cuidado con mucho mimo y cariño. Habrá momentos duros y otros en los que incluso se os olvide, pero cuando «llegue el día», lo sabréis. Es una frase que uno la entiende cuando llega ese momento en el que hay que dejar de luchar y evitar un sufrimiento cruél a nuestros compañeros.
      Un abrazo y si te apetece, nos gustaría ir sabiendo de la evolución del bichito.

      Responder

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