El pasado domingo 4 de junio de 2023 tuvo lugar la 6ª edición de la Cicloturista de Gran Fondo BIBE TansBizkaia y como no podía ser de otra manera, los Hellbikers allí estuvimos para dar testimonio en primera persona del penar que supone llegar al Santuario de Urkiola.
El Origen de la BIBE TransBizkaia
La BIBE se trata de una prueba cicloturista, de naturaleza Gran Fondo y cuyo trazado rememora la clásica cicloturista Jesús Logroño, una prueba que se disputó entre los años 1992 y 2003, considerada una de las más duras y exigentes de todo el estado.
Así acabamos nosotros en la BIBE 2023
Quienes llevéis tiempo siguiéndonos, ya sabréis que somos amantes de los grandes retos y especialistas en pruebas de Gran Fondo de montaña (Eusko Bike Challenge, La Dolorosa, La Orbea Monegros, La Extreme Bardenas…). Debido a que soy afectado de Esclerosis Múltiple, poco a poco y después de algunos sustos (Euskadi Extrem 2019), he ido dejando de lado los grandes retos de montaña para ir pasando de manera progresiva a las ruedas finas.
Después de varios años compitiendo en pruebas cicloturistas de cierta exigencia (La Orbea Clásica, La Peluso, La Blan, Orbea Gran Fondo…) decidimos dar el salto a la BIBE TransBizkaia, una cicloturista de Gran Fondo que se ha ganado a pulso la fama de dejar a la Quebrantahuesos al nivel de «una vuelta de domingo».
Un año no pudimos ir porque se anuló debido a la pandemia, el segundo también, el tercero no pudimos cuadrar calendario y ya cansados de aplazar este gran reto, no hicimos el calendario ciclista 2023 hasta no saber en que fecha sería la VI BIBE TransBizkaia.
Preparando la BIBE
Como ya he comentado antes, somos unos locos «controlados», es decir, sabemos de lo que estamos hablando y acumulamos bastante experiencia en estas pruebas, así que nuestro plan de entreno comenzó ya a finales de 2022.
En pretemporada solemos dedicarnos a crear una buena base, rodando en llano, con mayor o menor intensidad, pero sin mucho desnivel. De esta manera solemos aguantar hasta la Cicloturista Internacional Bilbao – Bilbao.
A partir de ahí, ya comenzamos a meter algo de desnivel. Sin volvernos muy locos, alternamos distancia, con cadencia y carga. Hacemos tiradas más largas, hacemos series y poco a poco vamos preparando piernas, caja y cabeza para lo que está por venir.

Nuestro objetivo era ir realizando una carga contenida hasta mediados de abril y testar nuestro estado de forma en la segunda prueba de nuestro calendario, La Peluso Cicloturista pero hay un factor que no se puede controlar y con el que no habíamos contado, una secuencia de borrascas que nos ha imposibilitado entrenar correctamente. De hecho, ¡no pudimos ni correr la Peluso!
Con el descalabro de nuestro calendario intentamos hacer lo posible, ya no hacer un buen tiempo, sino para conseguir terminar la prueba: Preparar una gran fondo
Al tener que concentrar tanto el entrenamiento, existía el riesgo de llegar a la prueba más cansados que preparados, así que llegamos ligeramente cortos de kilómetros y desnivel (2900km, 19.000mD+ desde enero).
La VI BIBE Transbizkaia 2023
He de reconocer que hacía tiempo que no estaba tan nervioso por una prueba ciclista y menos cicloturista. Curtido en mil batallas, con decenas de pruebas de resistencia en BTT sobre mis espaldas, no pensé que podría llegar a sentirme tan inseguro ante una cicloturista, pero es que cada vez que lo pensaba…tenía que ir al wc.
En esta ocasión mi habitual compañero Asier, por diversas circunstancias, no podría participar pero en vista de la exigencia del recorrido y con mis antecedentes de pampurrio por agotamiento extremo, se ofreció a llevarme en su coche.
Me recogió en casa a eso de las 6:30am y para las 7:15 conseguimos aparcar en mi pueblo natal, Durango.
Una vez allí comenzó el ritual: metemos barritas, geles, pastillas de sale, comprobamos teléfono. Limpiar las gafas con un paño especial, poner guantes, ajustar el casco y botas hasta conseguir firmeza pero sin apretar y de ahí, al arco de salida.
Allí me junté con mi gran amigo y ciclista Alberto, de Carpintería Hermanos Alonso (Tolosa). En un principio haríamos juntos lo que se pudiera, pero sin condicionar a nadie en ningún momento.
No solemos entrenar juntos y el nivel de Alberto es muy superior al mío, así que salimos juntos y nos vemos en meta. Todo hablado y de buen rollo.

8:00 y da comienzo la carrera que salía frente a la feria de muestras, justo en frente de lo que era mi antiguo barrio, Murueta Torre.
Los primeros kilómetros fueron bastante tensos, ya que el basto pelotón iba muy apretado y había gente con ganas de soltar caballos antes de tiempo, lo que ocasionó alguna situación de peligro.
Atravesamos las localidades de Abadiño, Elorrio y por fin, la primera tachuela del día: Kanpazar
No es un puerto especialmente relevante, pero su desnivel medio del 4,4% y sus 5,6km de longitud fueron suficientes para estirar ligeramente la horda ciclista.
Arrasate, Bergara y por fin Eibar, donde morderíamos uno de los cocos del día: Ixua
Ixua acumula 430mD+ en sus 4 kilómetros de distancia, con un desnivel medio del 9,3% y algunas pendientes que superan el 20%, así que nos pusimos en modo «conservador».

Al estar tan al principio de la prueba puedes tener la tentación de pelear esa subida pero la experiencia nos ha enseñado que gastar ese cartucho demasiado pronto puede traerte consecuencias al final.
Con un ritmo aceptable fuimos comiendo kilómetros y llegamos al avituallamiento del kilómetro 58, donde reorganizamos filas, comimos algo, llenamos botes y salimos en alegre comparsa a por el tercer puerto del día, Milloi.
Milloi es lo que llamamos un puerto «sin malicia»; 3 kilómetros de duración, con una pendiente media del 4% y una máxima del 8,8% no es nada en comparación con los enormes muros que esconde esta tormenta perfecta llamada la BIBE TransBizkaia.
Sobre las 11:00am llegamos al kilómetro 88, donde estaba puesta la bifurcación de la larga con la corta y el avituallamiento por el que debíamos pasar antes de las 12:15 para poder seguir sin que nos cortaran la opción de hacer la versión larga de la prueba.

Charlamos con algunos amigos, avituallamos bien y con más alegría que pena seguimos con la labor para la que nos habíamos levantado esa mañana.
Gracias al subidón por haber llegado con holgura al punto de corte cruzamos el Astorkigane casi sin darnos ni cuenta.
Astorkigane se trata del 4º puerto de la prueba y, al igual que el Milloi no es que encierre mucha malicia. 2,2 kilómetros de duración con un desnivel medio del 1,5% y una máxima del 6,5% no es como para tenerlo muy en cuenta.
Rodando como si el espíritu de mismo Belcebú nos hubiera poseído, atravesamos Gernika a una media de 40km/h.
Nos juntamos varios ciclistas con los que fuimos haciendo relevos hasta que los toboganes de la zona de Murueta acabaron con las risas. Un trazado en forma de W, con unas pendientes muy pronunciadas nos destrozaron el ritmo y el alma.

En ese momento exacto fue cuando dejamos de divertirnos para pasar a lamentarnos el no habernos desviado unos kilómetros atrás hacia el Balcón de Bizkaia, puerto que se recorre en la versión corta de la BIBE TransBizkaia.
Hacía muchísimo calor que, unido con la humedad de la costa, convirtió ese tramo en un verdadero calvario.
Poco a poco fuimos comiendo kilómetros y después de rozar ligeramente Bermeo, cruzamos el túnel y nos dimos de frente con Sollube, un muro tan duro como un tsunami.
Imaginaos, llevar 120 kilómetros en las patas, casi 2000 metros de desnivel, una temperatura de 30ºC con mucha humedad y tener que subir 4,3 kilómetros de un puerto que tiene un desnivel medio del 7,9% y alguna herradura que roza el 15%. Pues eso, un infierno.
Reconozco que este 5º muro se me hizo especialmente duro. Subía, subía y subía, pero aquello no se acababa nunca. Por fin, una vez arriba pude relajar un poco la espalda y cambiar el agua del bidón en el avituallamiento.

En esta ocasión, en vez de agua sola, eché mitad de aquarius para añadir algo de azucares al cuerpo.
Desde que tuve el susto en 2019, en lugar de echar polvos al agua, suelo tomar unas pastillas de sales de la marca 226ers que me van muy bien. Cada hora y media una pastilla…y mano de santo. Aseguras que añades al cuerpo lo que debes, pero además de sales, me estaba pidiendo también algo de azúcar, de ahí que enriqueciera un poco el bidón con isotónico.
En la bajada del puerto ya perdí definitivamente a Alberto, a quién le tuve que insistir para que tirara y me dejara de esperar.
En los siguientes kilómetros me fui uniendo a diversas parejas para parasitarles un poco la rueda, pero con quienes no me podía detener demasiado ya que todos iban con intención de retirarse, así que tocó rodar en solitario un buen rato.
Justo antes de Gerekiz me junté con Jaime, un chaval de Bizkaia que también iba sólo y tenía intenciones de terminar la BIBE, así que unimos fuerzas e hicimos equipo.
Íbamos tan distraídos que cuando quisimos darnos cuenta ya estábamos subiendo Montecalvo, o como le llamo yo «the new Montecalvo», porque desde que solía recorrer yo esas carreteras con la bici lo han dejado que parece una autopista de lo bien asfaltado y ancho que está.

Sería por la charla, pero Montecalvo no se me hizo especialmente duro. Pese a llevar ya encima más de 150km y 2700mD+, solventamos los 5,1km de puerto, con un desnivel medio del 4,8% y una pendiente máxima del 8,4% sin mayor problema. Parece mentira lo que hace ir de cháchara.
Nos encontrábamos coronando el puerto cuando vimos un panorama bastante terrorífico a nuestro frente, nubarrones negros, sesgados por unos terribles rayos nos hizo levantar el pie e incluso decir en voz alta: «¿en serio vamos a meternos en ese círio?
Pues si, nos metimos y bien de lleno. Bajando el puerto nos calló la del pulpo. Gotas como pelotas de golf, convirtieron la carretera en un auténtico río lo que nos hizo extremar la precaución.
De estar muertos de calor pasamos a tiritar, por lo que en cuanto pudimos nos refugiamos bajo el balcón de un caserío que encontramos junto a la carretera.
Nos encontrábamos a 2 kilómetros del punto de corte y todavía faltaba casi una hora, así que hicimos lo más inteligente que se puede hacer en esos casos: esperar.
Estuvimos cerca de 20 minutos sin poder asomar el morro, pero en cuanto amainó un poco agarramos las bicis y nos pusimos de nuevo en marcha, cruzando el punto de corte a las 15:30, media hora exacta antes de su cierre.
Después de avituallar salimos hacia lo que era la parte final del reto. Durango, Mañaria, Izurza y ya estábamos enfilados para enfrentarnos al monstruo de la última pantalla: Urkiola.

Urkiola es un puerto el cual conozco muy, pero que muy requetebién, ya que en mi época moza los solía subir bastante a menudo. De hecho, voy a aprovechar para contar una anécdota al mayor estilo abuelo cebolleta:
Cuando era chaval, con 14-15 años, en la época de las rastreras y las chichoneras, solíamos subir Urkiola siempre que teníamos un ratillo suelto. El tema es que por aquel entonces la cantera de Mañaria estaba activa, por lo que el tráfico de camiones, el polvo y la arena era muy intenso.
Una de esas veces que venía de hacer mi entrenamiento de fuerza particular, para evitar que un camión me limara las orejas traté de pegarme más al arcén, con tan mala suerte de que me caí con una montonera de arena que cubría todo el margen de la carretera.
Al caer tuve la gran suerte de que se me soltara una de las rastreras, lo que me libró de que el camión que se llevó por delante mi bici también se me llevara a mí.
Ahí se acabó mi vida como ciclista de ruta ya que al de unos días en mi casa apareció una Orbea Sherpa, verde con manchas negras y con ella nació la afición al ciclismo de montaña que mantengo hasta la actualidad.
Volviendo a donde estábamos, Urkiola es un puerto bastante duro tanto a nivel físico como mental. En sus 6,2 kilómetros esconde rampas que llegan al 21%, acumulando casi 600 metros de desnivel positivo, lo que hace un desnivel medio que ronda el 10%.

A eso hay que sumarle los 173 kilómetros y 3000mD+ acumulados en las piernas en lo que ya eran 8h de pedaleo ininterrumpido.
No habíamos llegado a la primera herradura cuando el ertzaina que llevábamos detrás nos informa de que, debido al alto nivel de retirados había habido, éramos oficialmente los últimos…otra vez…jajaja.
No se si habéis ido alguna vez en esa honrosa posición, pero es terrible. Imaginaros la presión que puedes llegar a sentir cuando detrás tuyo van las motos de carrera, la moto farolillo rojo, las ambulancias, el coche escoba y todo el ciripostio de coches producto del atasco generado por la prueba. Terrible.
Pedalada a pedalada íbamos comiendo terreno al último tramo, pero justo en las herraduras antes de Txakurzulo se me empezaron a subir los cuádriceps…no me lo podía creer…tan cerca y tan lejos a la vez.
Golpeaba continuamente mis piernas con la esperanza de que aguantaran un poco más, pero cuando vi el apartadero del caserío de Txakurzulo, decidí parar unos instantes.
Estiré las piernas, la espalda, me quité las gafas, tomé la última pastilla de sales, pegué un buen trago de agua…y de paso di la opción a que se desarticulara un poco la caravana de vehículos que habían tenido la mala suerte de encontrarse conmigo subiendo Urkiola.

La ambulancia me ofreció subir, pero con el dedo les dije que ni de broma. El ertzaina me animaba muchísmo, diciéndome que no me preocupara por nada, que el estaba para mi allí y garantizar que pudiera llegar sin incidentes a meta, así que recogí lo que me quedaba y arreé para arriba.
Tis…tas…tis…tas….tisss….taaaaassssss…….tttiiiiiiiisssssss…………tttttaaaaaaaaaasss
Cada pedalada agonía pura, sobre todo al llegar a la última herradura, en la que pensé que me iba a caer de puro agotamiento hasta que de repente, Jon Gorostiza, moto enlace de la prueba, se baja de su montura, me agarra por el sillín y me sacó de ese cepo.
El tío, sin pensárselo dos veces, con toda la equipación motera, botas incluidas, arrancó a correr y me dejó enfilado para poder afrontar la recta final.
El ertzaina incluso me ofreció agarrarme al mástil de su moto, pero le expliqué que era afectado de esclerosis múltiple y tengo muy mal equilibrio con el lado izquierdo, donde tenía el mástil, por lo que no me era posible aceptar su ayuda.

A la salida de la curva ya se veía el Hotel Buenos Aires, que se encuentra en el alto de Urkiola, lo que me dio la fuerza suficiente para cubrir el último kilómetro hasta allí.
Una vez arriba, la prueba no se acaba, sino que toca la terrible pendiente que llega hasta el Santuario de Urkiola, el cual había que recorrerlo tan a la esquina que, debido al cansancio, casi me voy al vierte aguas de hormigón de medio metro de profundidad…¿Os imagináis, llegar hasta allí y caerme al vierte aguas?…jajaja.
Por fin, con un tiempo final de 8h50m me proclamé farolillo rojo de la VI BIBE Transbizkaia, una prueba dura, pero dura de verdad.
La prueba oficial termina allí, pero luego toca volver a de nuevo a Durango en bici, pero no me encontraba muy allá, así que pedí a la organización a ver si me podían bajar. Me debieron ver con muy mala cara, ya que me derivaron a la UVI móvil de la DYA para una valoración.

Allí me hicieron un electro y en vista de mis antecedentes me llevaron al hospital de Txagorritxu para curarse en salud.
En «Txago» me hicieron una analítica, electro y me dijeron que estaba perfectamente, únicamente el agotamiento esperado de una prueba de esta índole.
Conclusión
La BIBE Transbizkaia es una prueba dura, muy bonita, pero dura. No es de esas durezas irracionales como nos pareció la Orbea Clásica, al contrario, se trata de una dureza bien justificada, dentro de un recorrido muy equilibrado en el que disfrutas de cada pedalada.
En el vídeo digo que no se si volveré de nuevo a la BIBE, pero ya os digo yo que volveremos. Muy probable que lo haga a la versión de medio fondo, pero volver, volveremos.

Si lees que entré el último de la prueba, parece un tanto triste, pero si te cuento que de los 1125 inscritos en la modalidad de Gran Fondo entré el 324…¿no cambia la cosa? Únicamente el 28% de los participantes fuimos finishers en la modalidad larga.
Sinceramente, para un viejales de 50 tacos, con esclerosis múltiple y sin haber podido entrenar en condiciones, me doy con un canto en los dientes…jajaja.
También quiero decir que la BH RS1 se portó muy bien, siendo una muy buena opción para este tipo de pruebas, porque a este mundo hemos venido a sufrir…pero lo justo. ¿No crees?
VLOG VI BIBE TRANSBIZKAIA 2023
Si eres de los que saborea mejor un vídeo que un relato, te dejo el vídeo que grabamos el día de la prueba:
¿Qué te ha parecido la VI BIBE Trasnbizkaia 2023?¿Te animarías a participar en la próxima edición?